
Que alguien me explique qué es lo que mueve a un ser humano a hacerse, con adictiva fruicción, con una adorable colección de "Dedales de todo el mundo". ¿Tanto cosen? Yo le pongo mucho interés y pregunto e interrogo, pero sigo sin conocer a nadie que los coleccione, lo cual provoca en mí un sentimiento de impotencia que ya empieza a serme... ¿cómo decirlo?... eso es, empieza a serme asaz angustioso.
A mí, estas personas me producen una tremenda curiosidad antropológica, porque vamos a ver, ¿cómo saben que han completado la colección? ¿Quién les asegura que todos los dedales del mundo están incluidos en las ciento veinticinco entregas semanales? Por ejemplo, el famosísimo dedal mongol con pelo de Yak ¿forma parte de ese tesoro de valor incalculable? Sé que este chiste, aquí no hace ninguna gracia, porque éste es un blog serio y decente, pero lo cuentas en una convención de dedalófilos y es que se tronchan, oye. Prueba, ya verás qué éxito.
Los dedalistas son diferentes que los coleccionistas que se compran un helicóptero Apache de radiocontrol por piezas, escala 1:10. La primera semana te viene una puerta, la segunda, cuatro tuercas y así hasta que al cabo de dos años, si es que no has perdido nada, puedes disponerte a montar tu juguetito. ¿Te imaginas que la semana en que te vienen las aspas estás de viaje y no puedes comprarlas? Qué disgusto, porque por mucho que te empeñes, reemplazar las aspas por cuchillos para cortar el pan es un poco cutrillo. Por eso es mucho mejor coleccionar dedales. Si te falta uno, ¿quién se va a dar cuenta?
Otra cosa que me intriga muchísimo es el fascículo en sí. Porque volviendo a los dedales, entiendo que el fascículo uno te explica en diez páginas cómo se usa un dedal. Es el fascículo que cuando te lo lees, te engancha. Por lo que parece la cosa tiene su aquel. Haciendo un esfuerzo de síntesis, digo yo que con una retórica cervantina te deben contar que introduces el dedo en el dedal y con él empujas la aguja. Pero yo me pregunto ¿qué te explican en el fascículo dos? A lo mejor te enseñan algún truco para usarlos con más destreza o a hacer acrobacias con ellos, no sé. Ya se sabe que el mecanismo de un dedal es complicadillo y da para mucho y más teniendo en cuenta que tenemos diez dedos.
Pensando, pensando, me he dicho, claro, asumiendo que cada dedo tiene su personalidad, ya tenemos el contenido de la primera decena de fascículos. Pero, ¿qué ponemos en el once? Uf, calla, calla, mejor no sigo por aquí, que luego Mae nos cuenta una de esas cosas que le pasan en la farmacia y ya la hemos liado.
Es curioso, pero por fascículos sólo compramos cosas raras y, si se me permite, de utilidad dudosa ¿Os imagináis comprarse una casa así?
- Cariño, esta semana nos entregan los interruptores de la cocina.
- Uff, qué ilu, lástima que hasta dentro de un mes no nos vienen las bombillas.
- Es verdad, pero casi mejor porque hasta la entrega 234 no nos dan el techo...
Sería patético. Mucho mejor, comprarla entera, pagando por ella cuatro veces más de lo que vale y suscribiendo una hipoteca que multiplicará su precio (que no su valor) por tres. Si es que somos de un inteligente...
Yo estuve tentado de hacer una colección de esas. Era la maravillosa e inigualable colección de los "Citroën 2CV en miniatura". Qué bonitos. El dos caballos taxi, el dos caballos ambulancia, el dos caballos repartidor de leche. Qué bien hubiesen quedado en mi salón. Habría comprado las cortinas a juego. Seguro que mi vecino estaría muerto de envidia al verlos por el mueble, encima del televisor, debajo del radiador,... Es que parece que no, pero cien Citroën dos caballos adornan un montón y le dan un toque de glamour a las casas y una categoría que ya quisisera para sí la porcelana de Lladró. Al final decidí no comprarla porque me dijeron que el dos caballos hippie no estaba nada logrado y la verdad, no quiero que me timen. Además, de dónde saco cien tapetitos hechos a ganchillo, para depositar cada una de esas joyas donde se merecen.
En fin, que voy a esperar a ver si el año que viene, en un alarde de imaginación, sacan a la venta la ansiada colección de teclas de ordenador pintadas a mano. Mi PC seguirá sin funcionar pero va a ser la envidia de todos los cibercafés.