22 marzo 2010

El decálogo del turista rural

La semana que viene ya tenemos aquí a las vacaciones. Jo, tengo unas ganas. Casi tantas como tú, ¿a que sí? Si es que parece que no pero eso de reconciliarse con la madre que parió al despertador tiene su aquél.
Lo sé. Te encantaría disfrutar de las vacaciones que tuvo Aída el verano pasado e irte a pasar unos días a Kabila para disfrutar, a pan y cuchillo, de la naturaleza y de la hospitalidad del buen Rafa. Lo que pasa es que como que no tienes parientes tan generosos has decidido tirar la casa por la ventana, liarte a hacer maletas y embarcarte en una de las aventuras más singulares de nuestros días: el turismo rural.

Para los urbanitas de pro, turismo rural significa que te vas a dejar una pasta por ir a vivir unos días en una casa de un pueblo medio deshabitado por aquello de abandonar el asfalto de la metrópoli e introducirte en ese ambiente bucólico que tienen las vidas de los pueblos.

Como que sé que eres un inconsciente, el Forsialtro te va a dar una serie de consejillos para que te conviertas en un aborigen con pedigrí y no hagas ese ridículo tan espantoso que hacemos los urbanitas cuando dejamos atrás la ciudad. Ya me pagarás el favor con un chorizo y una botellita de sidra.

1.- Cuando llegues no pongas los brazos en jarras y exclames aquello tan patético de "qué bien se respira aquí". Desengáñate. No es aire puro. Es caca de vaca. Boñigas, para que lo entiendas. Entiendo que la masiva inhalación de dióxido de carbono en tu fabulosa ciudad te ha dejado la pituitaria más dañada que las existencias de cervezas de la despensa de Rafa, pero por mucho que te esfuerces, el metano expulsado por un ano vacuno no suele oler bien.

2.- Participar de las labores de la casa está bien. Te ayuda a combatir el tedio del día, pero no seas tan educado. Si el señor de la casa te despierta a las cinco de la mañana para ordeñar una vaca, lo mejor que puedes hacer es decirle que la leche te provoca acidez y olvidaste el bicarbonato. Perdona la ordinariez, pero ni siquiera la perspectiva de tocar una teta merece ese madrugón.

3.- Las ermitas semiderruídas en lo alto de un picacho son interesantes, es verdad... pero sólo si eres una lagartija o una hormiga. Si por el contrario eres un urbanita, no accedas a visitarla en una inolvidable excursión en burro. Un burro, por si no lo sabes, es un bicho. No tiene cambio de marchas, ni airbag y además tiene la fea costumbre de pararse a comer moras justo en el sitio donde la sombra más cercana se adivina a kilómetros.

4.- No disponer de televisión ni de internet es un pequeño inconveniente que te recordarán constantemente tus hijos. No seas pesado ni te pases de positivo. Por mucho que te empeñes, una apasionante timba de tirar piedras al río es un auténtico coñazo. No existe la Federación española de botes de piedra en el agua y si existe, no tiene ningún federado.

5.- No hagas el ridículo intentando enseñarle a un lugareño la cantidad de melodías que tiene tu móvil. Por si no te has dado cuenta, mientras tú ibas a la ermita en burro, él viajaba en un 4x4 con GPS, airbags laterales y sistemas de navegación que ni siquieras sabes que existen. Probablemente él disponga de un IPad que le regaló el hijo que tiene estudiando en Boston.


6.- Antes de decir aquello de que la comida que te sirve tu buena hostelera es mucho mejor que la de la ciudad, asegúrate de comprobar que el cubo de la basura no esté a rebosar de envases del Mercadona. Te lo aseguro, el Mercadona de allí y el de aquí envasan la misma materia orgánica. No sé si comestible o no, pero es la misma.


7.- Los Picos de Europa se llaman así, no porque estén en Europa, sino porque son picos. Vamos, que el suelo está empinado. No me seas fantasma y deja la bicicleta en casa. Por si no te has dado cuenta, no hay carril bici y, bigotes aparte, de muflón no tienes nada.


8.- La decoración de las casas rurales es horrorosa. Entiendo que las vacaciones relajan tu buen gusto, pero por mucho que te empeñes, colgar encima de una chimenea una azada, responde a una estética más que dudosa. Es como si tú decorases la pared de tu casa colgando grapadoras. Así que no alabes el buen gusto del anfitrión porque se animará y al día siguiente, cuando te llame para ordeñar a la vaca, lo mismo te encasqueta esa horrorosa gorra azul marino, que con letras amarillas luce orgullosa la leyenda "Piensos Martínez. Tu vaca te lo agradecerá"... su vaca sí, pero lo que es tu cabeza...


9.- No seas imprudente. Desde que tenías un año bebes de un vaso y, como mucho, a morro de una botella. Beber sin mancharse de una bota, cuesta un testículo y medio. Las botas no son rígidas y suelen tener la manía de lanzar el chorrito de vino con un flujo no constante. Si te atragantas, lo mismo te da la tos y espurreas de vino la comida del Mercadona, los niños, el burro y la pobre vaca. No me seas guarro, cacho muflón.


10.- Y ya para acabar, pásatelo en grande, disfruta un montón, descansa y no corras con el coche. Somos muchos los que te esperamos.


12 marzo 2010

Se nos fue

Daniel el mochuelo, Paco el bajo, el Nini, las horas de Mario, los campos de luz de tu amada Castilla y aquella de mujer de rojo sobre fondo gris vivirán para siempre en nuestros corazones.

Hasta siempre maestro.

Búscala. Lleva treinta y seis años esperándote.


08 marzo 2010

Que mañana, también sea ocho de Marzo



Gracias por hacer del mundo un lugar menos inhóspito, para hacer realidad los sueños.

 

Sample text

Sample Text

Sample text

 
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...