Cuando yo era pequeño, había un ser siniestro que nos tenía a todos con el esfínter enquistado. La verdad es que nunca lo vi, pero existir, existía. ¿Que cómo lo sé? Pues muy fácil, porque lo decía mamá y mi mami es mi mami...
Se trataba de un mamonazo que... uffff, ¡regalaba caramelos con droga a la salida del colegio! Cojonaíco perdío, oye.
Yo no es por malmeter, pero en la cabalgata de Reyes de hoy, caramelos con droga no sé, pero me temo que unos señores con barba y corona nos tiraban caramelos con preferentes o con hipotecas a cuarenta años.
Y mami sin avisarme. Si es que no estamos por lo que hay que estar, jolines ya...