30 abril 2007

Mi lugar en el mundo

El síndrome de Koro vuelve al acecho y encima en primavera que, como todos sabemos, la sangre altera, así que voy a apresurarme en cumplir con mi deber memero, no sea que a estas alturas tenga que aprender a hacer pis sentado.
Desde Argentina, mi querido amigo Oscar (Palabras con ningún sentido) me ha hecho un encargo. Debo decir cuál es mi lugar en el mundo. No se refiere a si me corresponde ser buen padre, buen profesional ni nada de eso. Se me pide que diga cuál es el sitio físico que considero más mío o que guarda un significado especial para mí.
Confieso que soy un tipo raro para esto de los lugares. Aunque reconozco que debe ser maravilloso tumbarse al sol en una playa paradisíaca del Caribe, rodeado de palmeras, con aguas cristalinas y arenas blancas, siempre me he mostrado hostil a alojarme en un macrohotel después de que me hayan descargado de un chárter con veinte parejas de recién casados, quince familias pseudofelices cuyo máximo objetivo en la vida es poder torturar al vecindario mostrando las fotos de las magníficas vacaciones que pasaron y los doce grupos de divorciados cincuentones que viajan a esos lugares a la caza y captura de aquello que no supieron preservar en su lugar de origen. Prefiero, mil veces más, una buena caminata por un prado asturiano en el que un pastor me hable de sus vacas, me invite a comer de su queso y a beber de su bota de vino. ¿Ves como soy raro?

Pues voy allá. El lugar que más amo no es una playa con palmeras, ni una montaña nevada, ni un lago enorme rodeado de bosques centenarios. Mi lugar es simplemente un parque. El parque más hermoso que existe, el más romántico y el más castizo. El parque del Retiro en Madrid.

Los catalanes cuando vamos a Madrid nos caracterizamos por tres cosas.
  • Nos quejamos de que en Madrid hablan raro pues llaman "pantumaca" al "pa amb tomàquet", dicen "ejque" en lugar de "es que" y cuando, en un bar, pedimos un café, siempre nos preguntan ¿solo? (que tienes ganas de responder "Si quiero algo más, ya se lo diré").
  • Nos vanagloriamos de que el tráfico en Barcelona es una simple atracción de feria comparado con el de Madrid, pues dentro de un coche, en plena M-30, el concepto de espacio-tiempo adquiere un significado especial.
  • Sucumbimos irremediablemente al encanto de una ciudad abierta, preciosa, llena de rincones entrañables, con personalidad y con la inusual virtud de no querer aparentar lo que no es.
Uno de esos rincones es el Retiro. Sé que hay grandes parques en el mundo y he tenido la suerte de poder pasear por alguno de ellos, pero en ninguno como en el Retiro, cobran tanto sentido palabras como naturaleza, silencio, alegría, público y paz. No sabéis los madrileños, la envidia sana que os tengo.

Bien, pues ahora debo pasarle el testigo a cinco víctimas (jejejeje). Dado que el síndrome de Koro no os afecta a vosotras, he decidido escoger a Abi, Mae Ferlo, Maripuchi, Miss Missing y Peca. Creo que en algún caso nos vamos a llevar una grata sorpresa, ya lo veréis.

26 abril 2007

Hay quien no se entera

Un consejo. Antes de empezar a leer este post, te recomiendo que hayas hecho la digestión. No quisiera ser el causante de los problemas gástricos que te va a producir. ¿Estás a punto? Pues ahora siéntate, cálmate, sonríe, respira hondo y si quieres ponte una música suave que te relaje... ¿Ya?… Pues vamos allá.

Hace tiempo, intrigado por las molestas visitas de un parásito del cual te hablé en su día, fui a parar a una página web muy exótica. Se llama e-diciones católicas. Quiero señalar que el autoproclamarse “católicas” no necesariamente guarda relación con el contenido, aunque sus autores crean que sí (los católicos que conozco no piensan como estos tipejos). Digo esto porque cualquiera, si le da la gana, puede catalogarse a sí mismo como católico, musulmán, comunista, vegetariano o astronauta sin que ello signifique nada. Una cosa es lo que uno dice de sí mismo y otra bien diferente es lo que se es realmente. Por ejemplo, yo podría haber bautizado mi espacio con el nombre “El verdadero y único blog de Richard Gere” pensando, erróneamente como bien puede suponerse, que guardo un parecido muy estrecho con el actor (puestos a hacer el fantasma, ¿verdad?).
El caso es que buceando entre los artículos de dicha web y perplejo ante las pintorescas opiniones que allí se exponen (nunca pensé que se pudiera concentrar tanto odio en un lugar), llegué a algo que me puso de punta hasta los pelos de la lengua. Tanto es así, que aun hoy, el malogrado Bob Marley sería una bola de billar comparado conmigo. A ver si voy a pelu.
El artículo en cuestión se titula, ni más ni menos, “La mitología sobre la violencia de género”. Son tan lerdos que usan la palabra “mitología” cuando quieren utilizar “mito” pero en fin, ya se sabe que no se puede pedir peras al olmo. En lugar de decir barbaridades más les valdría consultar el diccionario de vez en cuando.

No te recomiendo que lo leas. Te aseguro que a tu intelecto le será infinitamente más provechoso y edificante que te rasques la barriga a contrapelo o que cuentes las pelusas de tus bolsillos, antes que visitar semejante basura. Para ahorrarte el mal trago, me he permitido hacer un brevísimo resumen del hilo argumental de esta joyita.

Agárrate a la silla, porque, por si no lo sabías, la violencia de género existe. ¿Qué me dices? ¿que ya lo sabías? Nooooo, lo ignorabas por completo porque (atención, atención) la violencia de género se proyecta principalmente sobre … ¡los hombres!
Para que yo me aclare, que levante la mano el que haya sido sistemáticamente violado por su mujer, el que haya sido rociado con gasolina y quemado vivo, el que tiembla de miedo cuando oye el tintineo de las llaves en la puerta, el que ha vivido en su matrimonio años y años de torturas, el que sabe que conteste “Sí” o conteste “No”, va a ser abofeteado o el que es continuamente insultado, vejado, golpeado, pateado, etc. por su santa esposa. Ufff, cuántas manos se han alzado.

¿En qué se basan estos genios para concluir esta barbaridad? Ellos hacen el siguiente "argumento". El número de muertos masculinos de forma violenta supera con creces al número de mujeres muertas. Se olvidan, eso sí, de señalar que meten en el mismo saco a los asesinados en reyertas, tiroteos, atracos a mano armada, ajustes de cuentas etc. y se olvidan también (eso es más grave) de lo que significa realmente "violencia de género". Por tanto, ya está, como que mueren más hombres que mujeres, somos nosotros, pobrecitos, las víctimas reales de esta lacra.
Si no fuera porque el razonamiento es tan sumamente cruel, indecente y estúpido, creo que hasta haría gracia y podríamos escribir un montón de posts divertidos burlándonos de la pueril manera de argumentar de esta gentuza. Permíteme que, por respeto, yo no lo haga y que no malgaste tu tiempo refutando esta atrocidad, que, por otro lado, se desmorona por sí sola.

Tras párrafos infames donde intentan justificar lo que en dos frases te he resumido yo, se descuelgan con esta perla (sube el volumen de la música porque lo vas a necesitar).

Y esto tiene una lectura muy clara: la violencia social se dirige fundamentalmente contra los hombres, y sólo marginalmente contra las mujeres. Y eso significa que la famosa violencia de género contra las mujeres tiene un carácter fundamentalmente mítico. Contrariamente a lo argumentado por el discurso oficial existe una especie de protección social hacia las mujeres que las hacen objeto de la violencia en unos niveles mucho más bajos que el padecido por los hombres.

... ¿Cómo se te ha quedado el cuerpo? Impresiona, ¿eh? Pues, espera, que aun hay más, porque resulta que todo es culpa del de siempre, del “rojo, maldito rojo”. Ya sabes, esos comunistas malnacidos cuyo único objetivo es destruir la Humanidad (quien dice comunista dice socialista, ecologista, centrista, extranjero, nacionalista, liberal, ... vamos, todos los que no somos ellos). Según afirman, todo esto de la violencia de género es una burda manipulación de los "progres". Apuntan dos razones para justificarlo.

1.- El discurso de la izquierda se basa en el odio y el enfrentamiento de distintos grupos sociales (el ”pueblo” contra la nobleza, el obrero contra el capitalista, el hombre contra la mujer), y hace mucho tiempo que el discurso de enfrentamiento hombre-mujer le ha permitido continuar la senda del cambio social. Primero se trataba de que la mujer abandonara el ámbito familiar y que se incorporara al mundo laboral (pues lo contrario se catalogaba de discriminación contra la mujer); pero una vez logrado ese objetivo en gran parte, se trataba de renovar alguna forma de enfrentamiento social, y fue entonces cuando se reflotó el discurso de la violencia de genero.

2.- Pero además, el discurso de la violencia de género atacaba directamente a la institución familiar, que era el gran objetivo “revolucionario” de ese discurso progresista.

Parece que les molesta que las mujeres trabajen, ¿no?. Si eres una mujer trabajadora, ya lo sabes. Que sepas que no trabajas para ganarte la vida, para ser independiente económicamente, para hacer realidad un sueño, para progresar, para alimentar a tu familia, etc. Lo haces para destruir la institución familiar y para enfrentar a la sociedad.

Me tengo por una persona absolutamente pacífica, de verdad, pero leyendo estas cosas uno se pregunta si no deberíamos aflautarle la voz a estos elementos estirpándoles esos atributos que tan groseramente se rascan (la caspa puede llegar a lugares del cuerpo absolutamente insospechados). De esta forma y con una voz más dulce, en lugar de incitar a la violencia o de hacer alarde de su falta de humanidad, podrían dedicarse a cosas más inofensivas como hacerle competencia a los niños cantores de Viena, a la Escolanía de Montserrat o al coro de los Pitufos.

Se puede ser ignorante, zafio, patán o lerdo. Hasta se puede ser facha o estúpido. Pero incluso en esos casos, conviene no perder de vista la realidad o la decencia más elemental. La gente normal sabe que es muy peligroso tomarse a la ligera un drama como éste, que el peor enemigo es precisamente el negar que este problema existe. La gente normal sabe que destroza vidas para siempre, que deja secuelas irreversibles en miles de personas, que consiste en el eterno ejercicio de poder del fuerte sobre el débil y que, como lamentablemente sabemos, arroja víctimas mortales.

Y ahora, con tu permiso, me voy a tomar una manzanilla. Es lo que tiene haber tratado con la basura, que te revuelve el estómago.

23 abril 2007

Gracias amigo

Dicen que es de bien nacido ser agradecido. Ignoro si soy bien nacido (¿los sietemesinos entramos en esta categoría?) y no soy quién para decir si realmente soy agradecido, eso lo dirán mejor los que están a mi alrededor y me padecen día a día. Lo que sí que sé es que el regalo que me ha hecho Jesús en su blog, me ha hecho una ilusión enorme.
Sabéis que Jesús es un entendido y gran amante de la poesía. Dotado de un timbre de barítono que ya quisieran para sí muchos locutores de radio y de una sensibilidad extraordinaria, mi nuevo gran amigo pone voz a poemas en su bitácola. Este fin de semana me ha agasajado con una declamación preciosa de algo (no precioso) que escribí hace unos días y quiero agradecerle públicamente este gesto tan hermoso.
Si le visitáis, no dejéis de leer su post sobre una bella tradición catalana: Les Caramelles.

Gracias de nuevo, amigo mío y feliz día de Sant Jordi a todos.

20 abril 2007

Quiero ser francés el domingo

Excelentísimo señor presidente de la República de Francia.
Me encanta el Camembert y soy devoto de los tintos de Burdeos que tienen como base
la Cavernet-Sauvignon, me he recorrido de todas las formas posibles las rutas de los cátaros, soy fan del Olympique de Lyon, chapurreo más bien que mal la lengua de Sartre y de su adorable Simone de Beauvoir (qué apellido tan maravilloso), he leído obras de Lévy-Strauss y Rousseau, me emociona escuchar según qué creaciones de la Nouvelle Chanson, cada día dedico mi tiempo a la Ciencia creada por Galois, Cauchy o Fourier, me sé casi de memoria todas las historias de Astérix y Obélix, puedo tocar al piano, sin partitura, la marcha de La Marseilleise, mi apellido es de origen galo, mi hermano tiene un Renault y no he estado nunca en Euro-Disney para que no se me acuse de hacer proselitismo norteamericano.
Quizá los méritos que aporto para obtener la nacionalidad francesa son escasos pero ¿no podría, su Excelencia, hacer una excepción? Me conformo con tener pasaporte galo hasta el Domingo y luego, si quiere, depórteme de nuevo al sur de de los Pirineos. Entienda que necesito poder votarla. Qué magnetismo y qué carisma tiene esa mujer, por favor. Si hasta Zapatero parecía gracioso en el acto de campaña de ayer en Toulouse.
De todas formas si, como me temo, no me concede la nacionalidad francesa, me queda el consuelo de saber que lo que pasa en su admirable país, lo tendremos en España dentro de 10 o 15 años. A ver si para entonces, tenemos la suerte de tener presidenta. Fíjese que a mí me da, que cuando una mujer ostenta estas responsabilidades, ha tenido que demostrar su valía, mucho más que sus rivales masculinos y que, por tanto, su brillantez está fuera de toda duda. Y si encima se parece a Segolène... bufff.

15 abril 2007

El día que llegó él

Era Domingo. A pesar del sofocante calor que asfixiaba aquel pequeño pueblo de casas blancas, tejas anaranjadas y gentes sencillas, las calles estaban llenas de risas, de saludos cordiales, de trajes de naftalina, de parasoles ribeteados y de juegos infantiles. Por doquier se percibían charlas y bromas, sonrisas cómplices entre amores secretos y por qué no, algunas miradas recelosas que delataban rencillas aun sin solventar. Se respiraba la alegría aparente de un pueblo vestido de fiesta, pero si algún forastero inexistente hubiese visitado el lugar, percibiría el pesado lastre particular que cada lugareño cargaba silenciosamente en su vida. Alguna mala historia, algún desengaño, alguna mentira. Demasiados desencantos.

Aquel día llegó él.


Se instaló a la entrada del pueblo como queriendo pasar desapercibido, en el lugar más adecuado para hacer ausente su presencia. Sonreía tímidamente a los chiquillos curiosos que se acercaban a ver quién era aquel extraño personaje, con traje blanco y elegante sombrero de paja que montado en una tartana, tirada por un viejo percherón y rompiendo el polvo del camino, había escogido aquel pueblo olvidado del mundo y castigado con tiranía por el sofocante calor y la luz cegadora del sol.

Bajo una lona de rayas dispuso de forma armoniosa una tabla, que hacía las veces de mostrador, camuflada por telas primorosamente bordadas con manos laboriosas y tras ella varias estanterías de madera cuyos anaqueles desconchados desvelaban su ya larga memoria de tiempos pasados.
Cuando acabó, extrajo de su carro un letrero decorado con pinturas gastadas en azul y colorado en el que, con la caligrafía de los titiriteros, aquel que quisiera podía leer "Remedios para el alma". Lo colgó con mucho cuidado. Después, parsimoniosamente, fue colocando uno a uno frascos de cerámica blanca y azul, botellas de colores con formas inauditas y cajas de distintos tamaños, forradas de terciopelo. Todos ellos con sus correspondientes etiquetas, la mayoría manchadas y roídas por el paso del tiempo, que anunciaban, con nombres dulces, el contenido de cada recipiente.

A los pocos días casi todas las gentes del pueblo le habrán pedido algún remedio para esas heridas que no se ven pero que sangran desalientos, heridas que no matan pero que quitan la vida o al menos, la ilusión de vivirla. Unos habrán usado el jarabe contra el desconsuelo, que él verterá en pequeños frascos de cuello estrecho y tapón de cristal pues, según dirá, no hay nada más frágil que el llanto de los hombres. Otros habrán comprado grageas para la desilusión, todas ellas de colores y con formas redondeadas, que deberán paladear durante días, porque la ilusión, para que lo sea, debe saborearse siempre. Y otros, la mayoría mujeres buenas, la infusión para curar el desengaño. Esas tisanas que ayudarán a cicatrizar la herida de la más vieja de las traiciones, aquella que provocarán palabras de miel pronunciadas por lenguas mentirosas.

Aquella joven de cabellos dorados y vestido blanco acudirá sola al caer un atardecer. Arrastrando los pasos llegará y pedirá un remedio que sane su mal, que mate su desesperanza. Lo hará con la mirada pétrea en la que se podrá adivinar la tortura de su alma y la razón de su pesar. Él sentirá cómo se erizará su piel, posará sus pupilas sobre el horizonte seco y recordará el día en que un ser hermoso se marchó y se llevó con él, para siempre, el único remedio que desde entonces le falta, el secreto de la esperanza.
Y al día siguiente, en aquel pueblo, ya no hará calor y en el lugar de las presencias ausentes ya no estará él, ni sus frascos, ni sus remedios, ni su sombrero de paja. Y al día siguiente, en aquel pueblo, ya no será fiesta y la joven de cabellos dorados y vestido blanco, llevando las riendas de un percherón, sonreirá con dulzura a los ojos que curaron su mal.

09 abril 2007

Palabras rescatadas

Hace un par de meses leí un artículo muy simpático en la acogedora casa de Peca en el que, con una ironía más que fina, se ponía de manifiesto la invasión que sufre el idioma castellano de neologismos que provienen del inglés. Ahora, no nos extraña nada que alguien compre un ticket para el parking, lea cómics, cene en un self-service o nos comamos ligth hasta las uñas. Mis hijas, aun siendo pequeñas, conocen el significado de todas esas palabras, pero estoy seguro que ignoran lo que quieren decir otras que yo usaba cuando era niño (tampoco hace tanto de eso... ¡qué horror!, sí que hace, sí) como bolindre, mandil, bochinche, pídola o alacena.
El caso es que visitando el blog de don-aire he conocido una iniciativa de la Escuela de Escritores que me ha parecido muy original. Consiste en apadrinar una palabra con el propósito de desentarrarla del olvido de nuestras conversaciones o de nuestros escritos. Yo estoy dudando entre aljaba (me encantan las palabras de origen árabe), saudade (puestos a importar palabras, el portugués se me antoja más hermoso) o mamperlán (a mí es que los steps me cansan). A ver si me decido de una vez o mejor, apadrino a las tres.

05 abril 2007

Tu brújula

Regálame esa brújula. La que no tiene Norte ni Sur, la que no dispone de marcas, la que desafía a los polos, la que no muestra vientos, la que ignora por donde sale el sol, la que tienes tú. Regálamela.
Dámela y con ella, déjame llegar a tus anhelos y a tus palabras, a tu humildad y a tu verdad, a tu ser y a tu esperar.
Quiero que me guíe entre tus sueños, tus temores y tus recuerdos. Que me indique el camino de tus ojos, que me diga cómo secar tus lágrimas, que me enseñe a escuchar tu sonrisa, a entender tu voz. Regálamela.
Y cuando lo hagas y cuando te encuentre, déjame que la pierda y que así me pierda yo también en tu soledad, para que escuchemos juntos el canto del tiempo y que de este modo, siempre, el futuro sea pasado y el mañana sólo sea el después. Regálamela.
 

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