25 julio 2011

Como dos estrellas blancas


Y expiraron las violas castas y murió el perfume de las rosas en las dormidas auras de aquellos senderos oscurecidos. La Luna apagó su límpida luz de perla. 
Todo cambia, sí, todo cambia, pero aquel instante se hizo mágico, se hizo alma. Erigió sobre él un punto sin retorno, una esperanza ya invencible, que pasó a formar parte de la más infinita eternidad.
 

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