30 agosto 2010

Guarismos hipertensos



Jo, qué suerte tengo: menos mal que no soy brasileño. Yo es que si bajo de seis me pongo de un mimosón insoportable.
Qué legendaria pasión tan mal llevada la mía, por favor...

19 agosto 2010

Senatus PopulusQue Romanus

He estado unos días en Roma. Jo, ¡me he vuelto más culto! Antes, me dabas una piedra y a lo sumo te sabía decir "gris, pesa " y ya está. Sin embargo ahora, te la ubico en un templo, en una domus o unas termas (termae para los que sepáis latín como yo).

Un día fui al Vaticano. Me gustó el chaletito que se ha montado el Papa. Un poco suntuoso para mi gusto, la verdad, pero no está mal de espacio. Sin exagerar, la basílica de San Pedro debe tener más de cien metros cuadrados construídos, con sus confesionarios, sus altares, sus columnas y unas cosas que había en el techo que me dijeron que se llamaban frescos, como los de Pescanova.

Todo el mundo le hacía fotos a los cuadros, a los altares, a las estatuas y a las piernas de las turistas holandesas. Sin embargo, yo no pude levantar la vista del suelo. ¿Con qué lo friegan? Porque hay que ver lo limpio que está todo ¿eh? Claro, como que las monjitas visten hábitos hasta el suelo, se dan una vuelta por las capillitas y ya lo tienen todo barrido. Sin embargo mírame a mí. Como que luzco unas preciosas bermudas que dejan al aire mis atléticas y bronceadas pantorrillas, en mi casa, el suelo no me dura limpio más que el tiempo que tardo en derramar (sin querer, claro está) una cervecita bien fresquita. ¿Ves? en mi casa tambián hay frescos, como en la del Papa.

Cuando me paseaba por la plaza de San Pedro, justo al lado del obelisco ese que no es más que una burda copia mal hecha y en miniatura de la torre Agbar de Barcelona, me asaltó una duda que sin duda será objeto de interesantes y edificantes debates teológicos entre los cardenales de la curia romana: el equipo de fútbol del Vaticano, ¿juega la copa de la Uefa? Si les ganas, ¿te excomulgan? Es más, sus cheerleaders ¿son una facción avanzada de las Teresianas adoratrices de la hernia estrangulada de San Cucufate? Qué apasionante debate nos depara este siglo, queridos amigos.


Otro descubrimiento que hice en Roma fue uno que sin duda va a dejar boquiabierto al mundo cuando publique el trabajo de campo que estoy realizando estos días. En efecto, allí pude constatar la existencia de unos seres que yo juraría que se habían extinguido hace siglos y de cuya constancia tan solo quedaban ciertos vestigios en algunos mosaicos del templo de Venus. Se me escarchó el paladar al verlos, no te digo más.

Agárrate a la silla. Querida bloguera, querido bloguero: las italianas existen. Sí, sé que acabas de acabas de quedarte con la boca abierta de la impresión, que tú que has soportado la humillación de las hordas engominadas de esos spaghetti que arrasaban entre las féminas ibéricas, llegaste a pensar que esos seres se reproducían por esporas, que divinidades como Monica Belluci, Maria Cucinotta, Rosella Brescia o la berlusconiana Patrizia D'Addario, eran muñecas hinchables... bueno, a lo mejor en el último caso, así es. Es que il cavaliere es mucho cavaliere.

Pues resulta que Italia está plagadita de ellas, oye. Con sus ojos azules, sus melenas negras, sus sandalias, su piel morenita, sus piernassss... bueno, paro, que me estoy poneindo malito.

Un día, a las tres de la tarde, bajo un sol que derretía las pocas piedras que quedaban en pie en el recinto de los foros imperiales, me asaltó una duda que desde entonces, a pesar de los concienzudos tratados que he estado consultando, no he sabido resolver. La de tesis doctorales que van a nacer entre los expertos en Ciencias de la Antigüedad. Mi pregunta nació contemplando el templo de Marte
, junto a un grupo de turistas orientales, a pesar de los deslumbrantes rayos con los que el mamonazo del buen Helios se obstinaba en obsequiarnos. Ahí va: si cuando hace mucho sol, achinamos los ojos para protegernos de tanta luz, ¿qué narices hacen los chinos? ¿y los japoneses? A lo mejor los cierran directamente y por eso hacen tantas fotos. Como que no pueden ver nada, luego, en hotel se dedican a mirar todo lo que han retratado para saber dónde narices han estado.
Y hablando de narices, no me negarás que lo de Rómulo y Remo amamantados por una loba, suena a cuento achinado. Qué pasa, ¿que todas las lugareñas del Tíber se parecían a Belén Esteban y que antes de alimentarse de tan inhóspito ser, prefirieron amarrarse a la licántropa glándula? Aunque quién sabe, si maquillada, la Esteban es repulsivilla, no quiero ni pensar lo que parecerá esa tía perdida en medio de un bosque. A ver si va a resultar que en lugar de Rómulo y Remo, la fábula tiene que ver con Andreíta y su afamado pollo.


En fin, que no te aburro más, que entiendo que en vacaciones, tanta cultura de golpe es difícil de asimilar. Prometo el próximo post será más refrescante que un polo de limón. Eso sí, si te cae una gota al suelo, la monjita la pones tú.


 

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