Tengo un disgusto. Si es que el que es gafe, es gafe, jolines ya.Te cuento, pero te anticipo que vas a necesitar un paquete de Kleenex para secar el valle de lágrimas en el que voy a convertir tu hogar, dulce hogar.
Verás, como te
conté hace unos días, gracias a mi estancia en un hotel supermegapijo, descubrí que lo que quiero ser cuando sea mayor, es ascensorista.
Desde entonces no he hecho otra cosa que prepararme a conciencia para ser un profesional de altura en las alturas. Sé mirarme los zapatos cuando subo en un ascensor, puedo declamar sin pestañear frases dificilísimas como "
pues dicen que mañana va a llover" y soy un virtuoso pegando con celo en la puerta de mi ascensor, un papel a cuadros que rece sentencias del tipo "
la del quinto A, la muy rata, no paga las derramas" o "
vecino del cuarto B, guarro, deja la basura en el contenedor y cierra las bolsas, que por el extractor de humos ya sabemos que cenaste empanadillas del Lidl". En fin, ya lo ves, un entrenamiento muy serio para sacar una buena nota en las próximas oposiciones a ascensorista que estoy seguro que voy a poder aprobar.
Total que un día estaba yo tan ricamente, atascado en mi ascensor entre el entresuelo y el principal primera, leyendo el Wall Street Journal para ver cómo cotizaban las acciones de
OTIS y otras empresas del sector cuando mi esfínter se contrajo sensiblemente al leer que, según un estudio bastante serio, el mejor trabajo del mundo no es el de ascensorista, ni el de rey, ni siquiera (y esto sí que es increíble) el de masajista de Charlize Theron. Según este prestigioso diario, resulta que el mejor oficio del mundo es el de...
(ruido de tambores)... ¡matemático!Yo es que me quiero morir. ¡Matemático! Pero, ¿quién (en su sano juicio claro está) quiere hacerse matemático?
Yo, que en el cole, cuando me dijeron que había infinitos números me dije "
¡Ostras! ¿y hay que sabérselos todos?" Por eso me hice de letras, ya que de éstas, con 28 que te sepas vas que te estrellas. Mi vagancia y yo, ya sabes.
Yo conozco a un matemático. Es un buen hombre pero un pelín... ¿cómo decirlo...? un pelín... eso, es... ¡pintoresco! A veces, está fregando los platos y sin saber por qué, fija su mirada en el chorro de agua y exclama
-¡Bernouilli! ¡flujo constante, por tanto, divergencia nula! - que te dan ganas de replicarle,
-¡Fairy! ¡milagro antigrasa y por tanto, no te escaquees, cacho jeta!
La gente de mi entorno dice que es muy listo, pero listo de "inteligente", no
lisssto de "
cuñao enterao", que es muy distinto. Yo no estoy de acuerdo. Un tío que se levanta a a las cinco de la mañana a garabatear hojas y hojas con figuras extrañas, integrales y logaritmos, listo, lo que se dice listo, no sé si será, pero un poco pringadillo sí que me lo parece. Porque es lo que yo me digo. Si a las cinco de la mañana estás de pie, una de dos, o acabas de llegar a casa o tras una noche complicadita, estás haciendo pis.
Pero insisto, es buen un tipo. Sólo le altera una cosa. Cuando vamos de cena con amigos y toca pagar a escote, todo el mundo le dice "el matemático, que divida el matemático, que sabe de números", y él, pobrecillo, se molesta un poquitín, porque dice que cuando a alguien se le acaba la batería del móvil, nadie exclama "
¡Yolanda! ¡que lo cargue Yolanda! que trabaja en Vodafone". Más gracioso que es el
joío.
En fin, que tal y como están las cosas, veo que voy a tener que abandonar mi aspiración a ser ascensorista para tener que adentrarme en el oscuro mundo de los
atractores caóticos, de las
seminormas, de las
geometrías tropicales o de las
aplicaciones conformes aunque... con esos nombrecitos, casi mejor que pida trabajo en Vodafone.