Imagínate que te compras un piso. Cincuenta metros cuadrados, dos habitaciones (una sin luz), cocina, cuarto de baño con un plato de ducha que precisa reparaciones urgentes y un salón-comedor que aunque grande no es, te permite poner los pies encima de la mesa sin tener que meterle la zapatilla en la boca al pobre Mario Picazo, cuando a través de la porquería de televisión que conseguiste con los puntos de La Caixa, te anuncia que mañana va a llover. Nada del otro mundo, pero oye, es tu piso. Al fin y al cabo, lo has elegido con todo el cariño del mundo y te has unido a él los próximos cuarenta años de tu vida, tal y como te recordará tu fiel banco cada final de mes.
Entonces, para festejarlo, a tus amigos no se les ocurre otra cosa que montar un fiestorro. Te endosan un bañador negro con un conejito Playboy bordado en el pecho, te acicalan con sendos interruptores fosforitos colgando de las orejas, una peluca de rizos imposibles de color amarillo limón y te encasquetan una preciosa diadema adornada con ladrillos de purpurina. Al fin y al cabo, ¡no todos los días se compra uno un piso!
En comitiva, se arman de silbatos y con alborozo van gritando por la calle "¡Se va a hipotecar!" "¡Felicitadle! ¡por fin dirá adiós a sus escarceos con el alquiler!" En fin, lo normal, cuando uno tiene a esa panda de cafres por amigos.
Para hundirte más en la miseria, te llevan a una inmobiliaria donde te mostrarán, con su consiguiente algarabía, los pisos que venden por ahí. Auténticos palacios de 200 metros cuadrados, con bañeras redondas y con sus ventanas de aluminio que cierran y todo. Ante ese griterío, alucinarás al ver al soso del Arias, el cual por no hacer ruido, ni tiraba de la cadena en la oficina, perder el control y gritar como un poseso "¡Eso son acabados y no los de mi quinto primera!"
Tú te quedarás maravillado ante tanto lujo y pensarás resignadamente "¿Pero qué birria de piso me he comprado yo?" Vamos, las dudas lógicas de última hora, pero te dirás a ti mismo que tu piso es único y sobre todo, va a ser tuyo. Anda que no vas a ser feliz allí.
Finalizado ese dramático momento, te llevarán a cenar y como está mandado, los platos estarán relacionados con el estatus de propietario al que, voluntariamente, vas a acceder. Así, te servirán deliciosos embutidos con forma de ladrillo, empanadillas al estilo interruptor y una suculenta tarta con simpáticas alegorías a las humedades de las paredes de tu futuro baño. Un banquetazo, vamos. Tras el postre, con las copas, el momento culminante de la fiesta: los regalos. Tus amigos, en un alarde de generosidad sin precedentes, te regalarán calzoncillos con puntillas que simulan cortinas venecianas con su riel y todo, unos simpáticos ladrillitos con patas blancas y sonriente dentadura que dan saltitos cuando les das cuerda, y unas revistas de decoración que quitan el hipo. Un auténtico arsenal de objetos inverosímiles de dudosa procedencia.
El alcohol, lentamente hará su trabajo y tus amigos y tú os pondréis sentimentales. Bromearéis sobre aquellos tiempos pasados en los que le birlaste al inocentón del Arias, aquel apartamentito tan mono que alquilaban al ladito de la Sagrada Familia. Menuda faena le hiciste, mamonazo. Entonces, aparecerán las primeras lágrimas provocadas por la mezcla del Protos de la cena con el abundante surtido de mojitos que sin parar pedís al camarero y decidís iros a dormir la mona, no sin antes recibir todo tipo de consejos de tus coleguitas. "Que si al principio cuesta acostumbrarse al estuco de la pared" "Que si decides que no puedes con la hipoteca, allí están ellos para lo que haga falta" y todas esas cosas que dice uno cuando el alcoholímetro firma el testamento ante la próximidad de tu aliento.
¿Qué pasa, crees que exagero? ¿Piensas que no existen fiestas así? Pues te equivocas. Existen y se llaman despedidas de soltera. Vale, a lo mejor hay que cambiar alguna cosilla, pero más o menos, son así. Te lo digo yo, que estuve a punto de hacer de bombero en una de ellas. Vale, a lo mejor aquí me he pasado un pelín, pero lo que sí es verdad es que una vez me quité el abrigo al llegar a clase y como que estrenaba jersey, dos compañeras mías me silbaron. Más simpáticas que eran... ¡pero qué feas, las joías!
¿Por qué estas fiestas son así? ¿Es necesario hacer pasar por todo esto a la futura novia? Esas amistades, ¿persisten después de someter a alguien a tal humillación? Es más, por qué la bruja de turno, insiste siempre en regalar un picardías de la talla S, cuando sabe que que la novia usa la XL, bajo la siniestra excusa "como que dijiste que harías régimen, corazón".
Curiosamente y en contra de lo que se cree por ahí, las de soltero son muy diferentes. Soy consciente de que existe una leyenda urbana que atribuye a estas celebraciones no sé que de una stripper que sale de no sé qué tarta. Nada, nada. No son más que infundios extendidos por aquellos que pretenden esconder a los ojos del mundo lo que realmente se cuece en esas bacanales. Pero no te preocupes. Ya estoy yo aquí para desvelar, de una vez por todas, lo que realmente ocurre en esas insólitas celebraciones. Jugándome mi legendario prestigio en el mundo virtual, voy a chivarme.
En una despedida de soltero, lo que hacemos los hombres es... ¡jugar a la Playstation! Menudas timbas. Doce horas sin parar con tus coleguitas sin nadie que te diga "Es tarde, vamos a casa a dormir" o "hace dos horas que dijiste que era la última". Ese pobre Arias que no tiene ni idea de cómo ponerle gasolina al coche de Louis Hamilton y que lo dejas sin combustible a tercera vuelta, ese pobre Pujolàs que no acierta a apretar el botoncito adecuado para marcarte un penalti en el último minuto jugando al Fifa 09 ante el cachondeo del resto,... ¿Acaso hay algo más entrañable?
Las despedidas de soltero frente a una consola están tan extendidas que se han dado casos de divorcios exprés a la que sale una nueva versión del Quantum of Solace. De esta forma, el recién divorciado tiene excusa para contraer matrimonio de nuevo y así montar una reunión de ésas. Es más, según estudios muy serios, está demostrado que el número de peticiones de mano aumenta exponencialmente a la que editan un nuevo CD del Moto GP4.
Entonces, para festejarlo, a tus amigos no se les ocurre otra cosa que montar un fiestorro. Te endosan un bañador negro con un conejito Playboy bordado en el pecho, te acicalan con sendos interruptores fosforitos colgando de las orejas, una peluca de rizos imposibles de color amarillo limón y te encasquetan una preciosa diadema adornada con ladrillos de purpurina. Al fin y al cabo, ¡no todos los días se compra uno un piso!
En comitiva, se arman de silbatos y con alborozo van gritando por la calle "¡Se va a hipotecar!" "¡Felicitadle! ¡por fin dirá adiós a sus escarceos con el alquiler!" En fin, lo normal, cuando uno tiene a esa panda de cafres por amigos.
Para hundirte más en la miseria, te llevan a una inmobiliaria donde te mostrarán, con su consiguiente algarabía, los pisos que venden por ahí. Auténticos palacios de 200 metros cuadrados, con bañeras redondas y con sus ventanas de aluminio que cierran y todo. Ante ese griterío, alucinarás al ver al soso del Arias, el cual por no hacer ruido, ni tiraba de la cadena en la oficina, perder el control y gritar como un poseso "¡Eso son acabados y no los de mi quinto primera!"
Tú te quedarás maravillado ante tanto lujo y pensarás resignadamente "¿Pero qué birria de piso me he comprado yo?" Vamos, las dudas lógicas de última hora, pero te dirás a ti mismo que tu piso es único y sobre todo, va a ser tuyo. Anda que no vas a ser feliz allí.
Finalizado ese dramático momento, te llevarán a cenar y como está mandado, los platos estarán relacionados con el estatus de propietario al que, voluntariamente, vas a acceder. Así, te servirán deliciosos embutidos con forma de ladrillo, empanadillas al estilo interruptor y una suculenta tarta con simpáticas alegorías a las humedades de las paredes de tu futuro baño. Un banquetazo, vamos. Tras el postre, con las copas, el momento culminante de la fiesta: los regalos. Tus amigos, en un alarde de generosidad sin precedentes, te regalarán calzoncillos con puntillas que simulan cortinas venecianas con su riel y todo, unos simpáticos ladrillitos con patas blancas y sonriente dentadura que dan saltitos cuando les das cuerda, y unas revistas de decoración que quitan el hipo. Un auténtico arsenal de objetos inverosímiles de dudosa procedencia.
El alcohol, lentamente hará su trabajo y tus amigos y tú os pondréis sentimentales. Bromearéis sobre aquellos tiempos pasados en los que le birlaste al inocentón del Arias, aquel apartamentito tan mono que alquilaban al ladito de la Sagrada Familia. Menuda faena le hiciste, mamonazo. Entonces, aparecerán las primeras lágrimas provocadas por la mezcla del Protos de la cena con el abundante surtido de mojitos que sin parar pedís al camarero y decidís iros a dormir la mona, no sin antes recibir todo tipo de consejos de tus coleguitas. "Que si al principio cuesta acostumbrarse al estuco de la pared" "Que si decides que no puedes con la hipoteca, allí están ellos para lo que haga falta" y todas esas cosas que dice uno cuando el alcoholímetro firma el testamento ante la próximidad de tu aliento.
¿Qué pasa, crees que exagero? ¿Piensas que no existen fiestas así? Pues te equivocas. Existen y se llaman despedidas de soltera. Vale, a lo mejor hay que cambiar alguna cosilla, pero más o menos, son así. Te lo digo yo, que estuve a punto de hacer de bombero en una de ellas. Vale, a lo mejor aquí me he pasado un pelín, pero lo que sí es verdad es que una vez me quité el abrigo al llegar a clase y como que estrenaba jersey, dos compañeras mías me silbaron. Más simpáticas que eran... ¡pero qué feas, las joías!
¿Por qué estas fiestas son así? ¿Es necesario hacer pasar por todo esto a la futura novia? Esas amistades, ¿persisten después de someter a alguien a tal humillación? Es más, por qué la bruja de turno, insiste siempre en regalar un picardías de la talla S, cuando sabe que que la novia usa la XL, bajo la siniestra excusa "como que dijiste que harías régimen, corazón".
Curiosamente y en contra de lo que se cree por ahí, las de soltero son muy diferentes. Soy consciente de que existe una leyenda urbana que atribuye a estas celebraciones no sé que de una stripper que sale de no sé qué tarta. Nada, nada. No son más que infundios extendidos por aquellos que pretenden esconder a los ojos del mundo lo que realmente se cuece en esas bacanales. Pero no te preocupes. Ya estoy yo aquí para desvelar, de una vez por todas, lo que realmente ocurre en esas insólitas celebraciones. Jugándome mi legendario prestigio en el mundo virtual, voy a chivarme.
En una despedida de soltero, lo que hacemos los hombres es... ¡jugar a la Playstation! Menudas timbas. Doce horas sin parar con tus coleguitas sin nadie que te diga "Es tarde, vamos a casa a dormir" o "hace dos horas que dijiste que era la última". Ese pobre Arias que no tiene ni idea de cómo ponerle gasolina al coche de Louis Hamilton y que lo dejas sin combustible a tercera vuelta, ese pobre Pujolàs que no acierta a apretar el botoncito adecuado para marcarte un penalti en el último minuto jugando al Fifa 09 ante el cachondeo del resto,... ¿Acaso hay algo más entrañable?
Las despedidas de soltero frente a una consola están tan extendidas que se han dado casos de divorcios exprés a la que sale una nueva versión del Quantum of Solace. De esta forma, el recién divorciado tiene excusa para contraer matrimonio de nuevo y así montar una reunión de ésas. Es más, según estudios muy serios, está demostrado que el número de peticiones de mano aumenta exponencialmente a la que editan un nuevo CD del Moto GP4.
Jo, qué tiempos. Menos mal, que en un alarde de responsabilidad, me he pasado a la Wii. Como mucho, juego al tenis con mi hija pequeña. Así me evito la humillación de que me zumbe el soso del Arias. Aunque eso sí, ¿alguien sabe qué hay que hacer para ganar, de una maldita vez, a una niña de nueve años? Es que he probado hasta de ponerle pilas viejas a su mando pero ni por esas, oye.
28 amigos lo mejoraron:
¡PRIMER COMO EL BARÇA Y COMO NADAL!
Llevaba un rato diciendo: "¡Cuánto se parece esto a una despedida de soltero!"
Aunque al final era de soltera, se me ha escurrido desde lo de que el banco te lo recordará cada mes, no sé por qué.
Evolución: los hijos ganan a la wii a sus padres.
¡Ayyy...pero cuánta razón tienes...!
Me he reido mucho. Besos.
No te puedo ayudar con lo de la Wii, no tengo. Pero este fin de semana estuve en una despedida de soltera y la verdad es que fue muy divertida. La comida, nada del otro mundo, el espectáculo más bien lamentable (no hubo boy, que conste), pero estábamos de muy buen rollo y nos reímos mucho. Nos dió por cantar y bailar... y recordar nuestros propios matrimonios, unos más exitosos que otros. ¿Se casará ella al final? Supongo que sí, todo es apostar. Besos.
La culpa es suya, haga el favor de no jugar a la Wii con su hija. Rétela a hacer sudokus o a crucigramas, y verá con gran sorpresa que también le gana.
Salud y República
Lo de las despedidas de solteras da vergüenza ajena cuando las ves con las diademas llenas de pollitas basculantes, lo nuestro es mil veces más digno, claro que les llevamos años de ventaja machista cuando ellas tomaban café juntas y los tíos iban de puticlub.
Ay, lo de la Wii... como no te compres el Trivial Pursuit... y date prisa!
Jajaja el otro día me crucé con una despedida de soltera por la calle y creo que lo has clavado :D
Quien esté libre de pecado....
¡A quién se le ocurre hacer esas cosas! Que ya tienes una edad....
Yo, para resarcir el ego le digo a mi madre:
- mamá va, a ver si me ganas a este jueguecito. :(
un abrazo
No sé, no sé... yo no me trago lo de la Play...Station...
lo de la Play... mate, estaría más dentro de vuestros planes..
Mal(bien)pensada que es una..
Petonets!
Y lo divertido que es para los que van por la calle y se encuentran el carnaval antes de tiempo jeje
Besitos.
Vos estabas ? Bue...espero lo hayas disfrutado , un beso !
Divertido artículo. Recuerdo la despedida de soltero de uno de mis cuñados, como no había Stationes de esas nos dedicamos a recorrer locales de bares, en los que te servían una gran copa, con arbolitos dentro y echando humo, yo estrenaba coche ajeno, un Seat 127 para que le hiciera el rodaje, al principio con otros cuatro acompañantes iba con cierta precaución, pero según íbamos visitando salas de fiestas, el coche cada vez corría más.
Vamos al puticlub "No se cuantos" decía alguno, yo animado como estaba igual me daba saltarme tres líneas contínuas que aparcar encima de la acera.
Todo ello ocurría en Madrid a las 3 ó 4 de la mañana, hoy si lo repito, estaría con un traje a rayas y viviendo del estado.
Saludos
me acabo de dar cuenta de que tendría que ir a la despedida de "soltería" del chico, no de la chica, me mola más :D
¡que bueno!XDXDXDXDXD
Lo que daríais alguno por estar en una despedida de esas jajaajaja.. Yo a la de la play me apunto... lo de la wii con los enanos lo tenemos mucho peor que el "Arias" con la play.
Besos.
jugar a la wii en un piso de 50 metros es para quedarse sin pilas...
besos
jajajaja desconozco por completo el asuntillo este de las despedidas de soltero/a
(¡y eso que estuve casado!)
Aunque, tal y como lo pintas, creo que no me he perdido gran cosa ;D
me parto xD
abrazos
La fiesta del hipotecado, surrealismo puro. Me encantó :D
Sobre las despedidas de soltera, menos mal que no tuve que pasar por ninguna. Me parecen cutres, pero será que soy muy sosa..Prefiero las despedidas con la consola. Con la wii, te sugiero te armes de paciencia y estés practicando 24 horas al día (juajua) sin parar para comer o mear. De tanto darle, tendrás experiencia suficiente como para ganar a la niña.
Un abrazo
Nunca he ido a una despedida de esas, pero me muero de vergüenza ajena cuando por la calle me he tropezado con el típico grupito de disfrazadas y endiademadas; tal cual dice Peritoni, con "pollitas basculantes", nunca lo hubiera dicho mejor ^^ pseudo trompa que les ha salido en medio de la frente.
Jajaja... muy bueno, Tanhäuser!
Feliz San Jordi.
El truco no es usar pilas viejas, sino no usar ninguna en absoluto ;-) Un beso
Jamás he estado en una despedida de hipotecados. Alergia.
Mi niña ya tiene 28, así que no puedo ayudarte con lo de la Güi Plastation.
Yo me quedé en el guateque, y amarradito a las caderas de una princesa que aún se me aparece en pesadillas.
Me he divertido mucho leyéndote.
Un saludo.
Qué salao, con su riel y todo, jajaja!!
Me zumbó a tenis mi sobrina en la Wii hace muy poco.
Un abrazo.
¡Cómo se nota que no has ido a una despedida de soltera...! Te has dejado de contar el velo de novia sujeto a la cocorota con esa parte del novio que te imaginas, el ratito en la sala de los stripers,y unas cuantas horteradas más. Te aseguro que tengo fotos por si no te lo crees. En cuanto al ser vencido sistemáticamente por tu hija, no debe apurarte: es ley de vida. Besotes, guapo.
jajajja..lo de la talla s cuando tienes una Xl, me ha encantao. Me acordé del chiste ese: Señor, si no puedes hacer que adelgace, al menos haz que engorden mis amigas
jajajaj...ya no tiene nada que ver, pero me parto yo sola...ni caso
Muy buena crónica, aunque no siempre es así. No todas las despedidas son iguales ( ahora mismo me estoy acordando de una...). Aunque una despedida enganchada a la Wii o a cualquier otro juego de los que tanto me gustan me parece perfecta.
Besitos y buen finde.
Yo he estado en varias despedidas de soltera, de algunas de ellas prefiero no acordarme, horteras, horteras, pero algunas han sido muy divertidas por el espíritu de camaradería. Eso si, la hipoteca ha salido siempre a relucir.
Me parece que lo de la play no ha colado
Los niños nos llevan muchos años de ventaja en esto de los games.
Tengo un amiguete que se dedica a organizar esos eventos y como sé lo que se cuece, no comento.
Besos y entrena. Ya sabes que a las niñas nos gustan los campeones
yo estuve en un par de despedidas yyyyy.... argh!!!
i ara con acssento catalán com a ustet le gussta: Por sssiertu, aprofitu para informarle también que la pressente stá enssinta de tres messes y que el/la alien eclosssionará en octubre.
salut :)
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