End of the tunnel

Jope, ¡qué mal lo he pasado! ¡qué presión! ¡qué estrés! ¡qué angustia! Qué mes tan espantoso, por favor.
Ya ni me acordaba de lo que era eso de dormir más de cuatro horas seguidas. Pero ya veo el final. Un último empujón y podremos entonar el alirón.

Recuérdame, eso sí, que ante la posible amenaza de otro trío de marrones como el que me ha caído esta vez, es interesante disponer de frases como "No puedo" o "es imposible hacer en tres semanas lo que normalmente requiere tres meses".
Ahora me tengo que recuperar, que tengo unas ojeras que me llegan a las tetillas y encima, los cinco kilos que he perdido, han devaluado significativamente la tersura de mi escultural figura. Sería imperdonable que este verano, no pudiese lucir adecuadamente el precioso tanga de leopardo de Anatolia que me compré el año pasado...