
Un ambiente agradable. Reencuentro con amigos. Trabajo intenso pero sin agobios. Risas, camaradería, abrazos... Vamos, lo que viene siendo currar sin currar.
Todo iba de perlas... hasta que llegaron ellos. Sin saber ni cómo ni de dónde salieron, un ejército de extraños seres empezaron a adueñarse del idílico lugar donde nos alojábamos.
¿Quiénes eran esos individuos? ¿qué querían? ¿de dónde venían?
El intrépido Tanhäuser, en un ejercicio detestivesco sin precedentes y arriesgando su integridad física y moral, se adentró sigilosamente entre las tropas enemigas hasta que consiguió desenmascararlos.
Este es el retrato robot de los "simpáticos" personajes con los que compartí alojamiento, desayunos, comidas y cenas. Todavía no me he recuperado del susto.
- Los kikos. Fanáticos seguidores de Kiko Argüello. Especímenes empeñados en que pensemos que el Opus es el ala progre de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. El calificativo de secta se queda demasiado pequeño para este siniestro grupo. Hay que ver lo que desafinan cuando cantan antes de cada comida.
- La subcomisión Espiscopal para la Familia y Defensa de la vida. Más de cien de personas dispuestas a aclamar contra un pérfido Estado que se obstina en separar el poder eclesiástico del poder civil. Muchos lucían un pin que rezaba "No a la EpC". Al principio sospeché que pretendían la abolición de la "Ensalada picante de Calabacín", pero por el contenido de las conversaciones que pude escuchar, sus pretensiones se dirigían hacia la abolición de derechos fundamentales de las personas. Menos mal, porque a mí las ensaladas picantes me gustan un montón.
- Seguidores de la Nueva Medicina Germánica. Defensores de las peculiares tesis de Ryke Geerd Hamer. Entre otras lindezas, este singular aspirante a premio Nobel, afirma que eso del uso de la quimioterapia para los pacientes de cáncer responde a una conspiración de los judíos, dirigidos por el Papa, para acabar con la Humanidad. Sus tesis sobre las operaciones de fimosis son delirantes.